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20.000 especies de abejas (2023) MicroHD 1080p Castellano

Cocó era una niña especial, pero no porque tuviera habilidades sobrenaturales o un talento extraordinario. Era especial porque no encajaba en las expectativas del resto. Tenía ocho años y no entendía por qué todos a su alrededor insistían en llamarla Aitor. No se reconocía en ese nombre ni en la mirada de los demás. No era una niña normal, pero eso no significaba que no fuera feliz.

Su madre, Ane, estaba sumida en una crisis profesional y sentimental. Había dejado su trabajo y su relación con el padre de sus hijos, Miguel, no iba bien. Necesitaban un respiro, una escapada de la ciudad y de sus problemas. Así que decidió llevar a sus tres hijos a una pequeña casa rural en las afueras de un pueblo perdido en la montaña.

El lugar era idílico, rodeado de naturaleza y lejos del mundanal ruido. Cocó se sentía en su elemento, libre y feliz. Pero sus hermanos mayores, Iker y Ainhoa, no estaban tan contentos. Iker, el mayor, era un adolescente rebelde que prefería estar en su habitación escuchando música y jugando a videojuegos. Ainhoa, por su parte, estaba más interesada en su teléfono móvil que en el paisaje.

Ane intentaba hacer que todos se divirtieran y pasaran tiempo juntos, pero no era fácil. Cocó era la única que realmente disfrutaba de las actividades que habían preparado, como pasear por el bosque o recoger frutas y verduras de la huerta. Un día, mientras estaban en el jardín, Cocó vio algo que llamó su atención.

Era una pequeña colmena de abejas, y ella estaba fascinada. Ane intentó apartarla de allí, preocupada por su seguridad, pero Cocó no se dejó convencer. Quería aprender más sobre las abejas, quería entender por qué eran tan importantes para el mundo. Ane no sabía cómo responder a las preguntas de su hija, así que decidió buscar información en internet.

Fue entonces cuando descubrió la verdadera importancia de las abejas en el ecosistema. Había más de 20.000 especies en todo el mundo, y su labor como polinizadores era fundamental para la supervivencia de muchas plantas y cultivos. Ane se dio cuenta de lo poco que sabía sobre el mundo natural, y decidió que era hora de cambiar eso.

Así que durante el resto de las vacaciones, Ane y sus hijos aprendieron todo lo que pudieron sobre las abejas. Visitaban la colmena todos los días, observando cómo trabajaban las abejas y cómo se organizaban. Cocó estaba encantada, y empezó a sentirse más segura de sí misma. Ya no le importaba tanto lo que los demás pensaban de ella, porque sabía que era única y especial.

La estancia en la casa rural terminó, pero el impacto que tuvo en la familia fue profundo. Ane decidió que quería cambiar su vida y dedicarse a la protección del medio ambiente, especialmente de las abejas. Iker se dio cuenta de lo mucho que se había perdido en su adolescencia, y empezó a interesarse por la naturaleza. Ainhoa dejó el teléfono móvil a un lado y empezó a prestar atención a lo que la rodeaba. Y Cocó, bueno, Cocó había descubierto algo que la hacía feliz, algo que la hacía sentir que tenía un propósito en el mundo.

De vuelta en la ciudad, Ane empezó a buscar formas de involucrarse en la protección del medio ambiente. Se unió a un grupo de activistas que trabajaban en la conservación de las abejas y participaba en manifestaciones y protestas. También empezó a colaborar con una asociación que promovía la apicultura urbana, enseñando a la gente cómo cuidar de las abejas en sus propios hogares.

Iker se unió a ella en sus actividades, y juntos empezaron a explorar los parques y zonas naturales de la ciudad. Ainhoa dejó de lado su obsesión por las redes sociales y empezó a interesarse por los documentales sobre la naturaleza y los animales.

Pero fue Cocó quien encontró su verdadero camino. Desde que descubrió su fascinación por las abejas, no había dejado de investigar y aprender. Empezó a leer todo lo que encontraba sobre ellas, desde libros hasta artículos en internet. Incluso se unió a una comunidad de apicultores aficionados en línea.

Pero lo más importante es que Cocó encontró su voz. Ya no se dejaba intimidar por los demás, ya no se sentía sola y diferente. Había descubierto algo que la hacía feliz, algo que la hacía sentir que pertenecía a un lugar en el mundo.

Un día, Ane recibió una llamada de la escuela de Cocó. Había ganado un concurso de dibujo sobre la importancia de las abejas en el ecosistema. Ane estaba orgullosa, pero no sorprendida. Sabía lo mucho que había crecido su hija en los últimos meses.

La película termina con una imagen de Cocó, sentada junto a su colmena en el jardín de su casa. La cámara se aleja, mostrando una vista aérea de la ciudad, y se escucha la voz en off de Cocó:

«Cuando era pequeña, no entendía por qué los demás me llamaban Aitor. Pero ahora sé que soy como una abeja. Diferente, sí, pero especial y necesaria. Como ellas, tengo una tarea que cumplir en el mundo. Y eso me hace feliz».

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